Cada Cuerpo es Único: Más Allá de la Comparación y la Aparencia

Cada cuerpo es único. Vivimos en una sociedad que nos impulsa a competir constantemente, lo que a menudo nos lleva a caer en comparaciones. Sin embargo, muchas veces esas comparaciones son injustas e innecesarias. ¿Compararías unas zapatillas deportivas con unos zapatos de tacón? No tendría sentido, ¿verdad? Su funcionalidad es completamente diferente. A pesar de esto, tendemos a comparar cosas —y cuerpos— que, en realidad, deberían ser vistos como individuales, con su propio propósito y valor. Nos obsesionamos tanto con la apariencia estética que olvidamos la función principal de las cosas. Por ejemplo, las deportivas están diseñadas para ofrecer comodidad y facilitar el movimiento, mientras que los tacones suelen ser usados para ocasiones más formales. Cada zapato cumple una función específica, y lo mismo ocurre con los cuerpos. Si en lugar de comparar y competir, nos enfocáramos en nuestras capacidades y cualidades únicas, aceptándolas y potenciándolas, tal vez encontraríamos más fácilmente nuestro lugar en el mundo. Los cuerpos son máquinas maravillosas, llenas de funciones, pero tendemos a valorarlos únicamente desde lo físico y superficial. Pasamos por alto su verdadero propósito. Pensemos, por ejemplo, en el abdomen: nos obsesionamos con su apariencia, pero olvidamos que su verdadero papel incluye funciones vitales como la digestión, la protección de órganos o, en el caso de las mujeres, portar un embrión. Su propósito va mucho más allá de lo que se ve en un espejo. Además, cada cuerpo está diseñado para desempeñar diferentes funciones físicas. En karate aprendí que una persona baja tiende a ser más rápida, mientras que alguien más alto puede aprovechar el alcance. En el gimnasio, descubrí que la estructura ósea influye en la capacidad para soportar peso, desarrollar fuerza o dominar ciertas técnicas. Cada cuerpo tiene fortalezas únicas, y eso es lo que lo hace valioso. Entonces, ¿por qué seguimos obsesionándonos con lo puramente físico? Tal vez sea momento de cambiar nuestra perspectiva y empezar a valorar cada cuerpo por lo que realmente es: una máquina compleja y extraordinaria llena de funciones únicas. Porque, tristemente, solo solemos valorar lo que tenemos cuando lo perdemos.